Úlceras por presión. UPP. Movilización precoz en pacientes encamados
A todos se nos encoge el corazón cuando escuchamos a un profesional sanitario hablar de úlceras por presión. Hay que tener en cuenta que en muchos casos es posible prevenir tal alteración en la piel y en otros muchos casos no podremos evitar su aparición. Si bien, con una movilización precoz, podremos minimizar el riesgo de formación.
Las úlceras por presión entre, otros factores, son causadas por la presión continuada del tejido cutáneo de las prominencias óseas de un paciente sin movilidad sobre una superficie (colchón, silla, etc.) la cual ejerce una isquemia o falta de riego sanguíneo sobre la zona.
Aun así, hay más factores que pueden influir en su aparición, en algunos casos más rápida que en otras. Algunos de estos factores se relacionan con una alimentación inadecuada, el mal cuidado de la piel y su falta de higiene, la humedad generada por pañales, empapadores, ropa de cama; posturas incorrectas , patologías previas como diabetes, estado comatoso, etcétera.
Una persona con movilidad y autonomía suficiente, en escasas ocasiones suele permanecer en la misma postura durante varias horas. Esto es: durante el descanso puede realizar una movilizaciones, de forma consciente o inconsciente, para aliviar la presión.
Imaginemos ahora que no tenemos movilidad o que esta es muy reducida. No podremos evitar que uno de los principales agentes causales aparezca: La presión.
¿Qué ocurre a partir de aquí?
Tipos de úlceras por presión y tratamiento
Sin una movilización, en un primer lugar aparece un eritema. Dicho de otro modo, un enrojecimiento de la piel producido por una vasodilatación en la zona de presión. Estamos ante una UPP de grado I.
Este tipo puede desaparecer en un período corto de tiempo si aplicamos medidas preventivas, bajo un plan de cambios posturales(movilización precoz para evitar el avance de la UPP), descargas de las zonas de presión (como almohadas y taloneras) y aplicación de ácidos grasos hiperoxigenados (AGHO). Hay que evitar la fricción, producida por el arrastre sobre las sábanas y la humedad.
En el caso que no se apliquen medidas preventivas, tarde o temprano aparecerá una flictena, comúnmente conocida como ampolla. En caso de rotura, en el argot sanitario decimos que existe pérdida de la integridad cutánea o de continuidad de la piel, con posibilidad de proliferar o infectar en mayor o menor medida la úlcera. Esta UPP se encuentra en Grado II puede desaparecer o curarse entre una o dos semanas si se aplica el cuidado y las medidas correctas, evitando su avance y minimizando el riesgo. Almohadillar la zona con apósitos especiales, aplicar descargas de las zonas de presión y completar con un plan de cambios posturales, son factores que colaboran para su cura.
En caso de avance de la úlcera de Grado II, llegamos al Grado III. En este tipo de úlceras por presión se han roto los tres sustratos de la piel (epidermis, dermis e hipodermis) sin llegar al músculo. Son úlceras con un alto riesgo de infección. Por ello se requiere de buenos conocimientos por parte del profesional sanitario que va a participar en su tratamiento.
Hay que continuar con el Plan de Cambios Posturales, aplicación de descargas y apósitos especiales que van a aportar humedad (la cual es importante para la proliferación de tejido sano), combinado con un desbridamiento de tejido muerto (esfacelos), es decir, se elimina la piel muerta mediante instrumental quirúrgico o geles específicos, favoreciendo la generación de piel nueva. Es importante, combinar con éstas técnicas, una alimentación rica en proteína, vitaminas junto con una correcta hidratación. La UPP de Grado III pueden tardar en curarse de uno a tres meses con excepciones en pacientes con patologías concomitantes que puede prolongarse el tiempo de curación.
La progresión de esta úlcera (Grado III) provoca la rotura del músculo, tendones, vasos sanguíneos, nervios e incluso, puede llegar hasta el hueso. Aquí nos encontramos ante una UPP de grado IV. Estas llegan a estar en ocasiones de forma continuada infectadas. Son, por tanto, más difíciles de tratar y tardan en curarse meses o años, dependiendo de las características y patologías del paciente que las sufre. En algunos casos es dificil conseguir su erradicación total.
Para su tratamiento, el profesional además de las medidas aplicadas en Grado III se combinan con otras, donde además es importante la administración de antibioterapia de cara a contrarrestar la infección.
Aquí dejamos un enlace con los los tipos de cuidados para descargar:https://www.comunidad.madrid/sites/default/files/doc/sanidad/chas/guia_cuidados_prevencion_upp.pdf
Zonas de Presión en el cuerpo
Las principales zonas de riesgo de presión dependerán de la posición en la que permanezca el paciente, siendo las más comunes el Decúbito Supino (boca arriba), Sedente y Decúbito Lateral.
Decúbito Supino: En esta posición las zonas de presión son: Zona sacra y más aún si el cabecero de la cama está elevado debido a que el peso del cuerpo cae en esta zona por la gravedad; Talones, Escápulas y los Codos. También se pueden ver afectada la cabeza en su zona Occipital.
Decúbito lateral: Las principales zonas de presión son: Cadera, Hombros, Cóndilos de las rodillas y la parte externa del Tobillo. En algunos casos puede verse afectada la oreja.
Dispositivos de prevención
Lo esencial sigue siendo la movilizar mediante el establecimiento de un Plan de Cambios Posturales, los cuales deben realizarse cada 2 o 3 horas durante el día y entre 4 o 5 horas durante la noche. No es difícil de realizar, para ello se requiere de conocimientos y destreza, para evitar daños a la persona que realiza la movilización y al paciente.
Existen Superficies Especiales para el Manejo de la Presión (SEMP), los cuales evitan la presión y favorecen en ciertos casos el riego sanguíneo. Los más usados son:
- Almohadas con las que realizamos descargas de las zonas de presión e irán estratégicamente colocadas para una buena postura y una correcta descarga.
- Taloneras, coderas y apósitos almohadillados.
En otros casos son usados además:
- Colchón antiescaras los cuales, mediante un motor, insertan aire en las ciertas burbujas de su estructura y deshinchan otras para minimizar la presión y favorecer el riego sanguíneo.
- Camas basculantes o rotatorias, etc.
La importancia de la movilización en los pacientes encamados
Es por tanto esencial el conocimiento de este tipo de patología derivada de la baja o nula movilidad del paciente. Teniendo en cuenta la predisposición de ciertos pacientes, la prevención llevará a evitar su aparición o su progresión. La piel es nuestro “traje”, nuestra envoltura y por ello hay que cuidarla.
la movilización, un correcto Plan de Cambios Posturales, una alimentación sana, un perfecto cuidado de la piel; son algunos de los consejos que recomendamos desde DA Salud; todo ello coordinado con un buen Plan de Actuación de Enfermería se alcanzarán los objetivos guiados a la prevención y cura de las UPP.